Lugares inesperados en la Comunidad de Madrid

¡Sal! ¡Huye de los semáforos pero también de los topicazos! La región tocaya de la capital de España no tiene solo ciudades dormitorio, lustre renacentista universitario y residencias Reales. Entre radiales y autovías hay muchas sorpresas originales que descubrir con las que poner la guinda a una escapada desde nuestro Hostal Jaenes en Pozuelo de Alarcón, haz tu reserva ya, te encantaran!

1. UN MUSEO PICASSO TRAS LAS MURALLAS

Pues sí, la Meseta tiene su propio espacio dedicado al archifamoso pintor. Se encuentra en Buitrago del Lozoya, un pueblo de traza y aspecto medieval que, en su día, soñó con ser La Comarca de Tolkien. Pero a este lugar le sienta mejor el cubismo íntimo de este museo que la fantasía y la ciencia ficción.

La relación entre genio y localidad tiene orígenes muy, pero que muy lejanos, en concreto del frío exilio. Y entre medias, una persona en común: Eugenio Arias. El bueno de Eugenio, oriundo de Buitrago, fue el barbero de Pablo cuando éste vivió en la villa Galloise, en Vallauris (Costa Azul francesa). Entre ambas brochas nació una relación muy especial que se fue fraguando con partidas a las cartas, rondas por los bares y viajes para ir a los toros.

Fruto de esta relación son las 65 pequeñas obras que el pintor le regaló al barbero y que hoy forman la colección de este lugar. Son cerámicas, litografías, carteles, dibujos y acuarelas de lo más personal, donde Picasso inmortalizó las pasiones que unían a ambos: tauromaquia, derechos sociales, mitología etc. Y, por encima de todas, la caja de barbero, decorada con motivos taurinos y que es el culmen artístico de dos colegas. Una amistad que acabó en museo cuando Eugenio decidió donarlo todo a su pueblo natal.

Eugenio Arias, el barbero de Pablo Picasso

Eugenio Arias, el barbero de Pablo Picasso, nació en Buitrago del Lozoya

Ayuntamiento de Buitrago del Lozoya

2. UN PUEBLO CHURRIGUERESCO

Nuevo Baztán nació en el Siglo XVIII como el sueño de Juan de Goyeneche, amigo de Carlos II. Este político suspiraba por traer las ideas de Colbert a España y construir un centro de producción de vidrio y cerámica con el que hacer sombra al resto de potencias europeas en materia de industria. Para ello contó con José de Churriguera como arquitecto principal, quien proyectó una pequeña ciudad de 500 habitantes en cuadrícula con tres sectores bien diferenciados: palacio-iglesia, casas y fábricas. Por su parte, el nombre vino de los orígenes de Goyeneche, natural del valle del Baztán, en Navarra.

Pese a que Nuevo Baztán no se acabó convirtiendo en el pulmón industrial de España, sí que se quedó con el encanto armonioso de su conjunto, con un palacio barroco y una iglesia como principales monumentos. A eso hay que añadir la coherencia de sus calles y el encanto de sus líneas rectas, por las que se pasea bien a gusto hasta que aparece el deseo del aperitivo.

Nuevo Baztán, EL pueblo churrigueresco madrileño

Nuevo Baztán, EL pueblo churrigueresco madrileño

Javier Zori del Amo

3. LA ¿VIRGEN? DE GOYA

Chinchón es mucho más que una escapadita perfecta con su vermú en la plaza porticada, su vinito entre tinajas y su gastronomía contundente. También tiene tesoros ocultos como una pintura de Goya, situada en la señorial y austera iglesia de Nuestra Señora de la Asunción. El cuadro gobierna desde lo más alto y se muestra como lo que es: un regalo del artista al pueblo al que viajaba de vez en cuando para ver a su hermano y al que quiso donar una obra tras el expolio de la guerra de la Independencia.

Pero lo que parece una ofrenda piadosa oculta una teoría mucho más mundana, un rumor que asegura que la virgen no lo es tanto, y que más bien es el retrato de una muchacha de la que Francisco se había enamorado. Es cierto que, mirando con cierta mala uva, se puede notar algunos rasgos y actitudes en esta virgen un tanto terrenales, pero hay pericia en Goya y, si el rumor es cierto, al menos no es evidente.

La Plaza Mayor de Chinchón

El centro de todo

Javier Zori del Amo

4. UNA CUEVA HECHA PARA REZAR (O QUIÉN SABE)

La Cueva de la Lunase encuentra en Titulcia y está protegida por una entrada y un restaurante. Se trata de una de las construcciones más extrañas hechas por el hombre en estas tierras, ya que está trazada bajo tierra y cuenta con una serie de galerías exteriores rectas perfectas que forman un gran cuadrado así como otras cuatro que comunican las galerías entre sí y que, en su centro, forma un gran hall de bienvenida. En ella se tenía la costumbre de rezar siguiendo los ciclos lunares, cada etapa en una galería así como de celebrar otras fiestas más paganas como los diferentes solsticios.

Su origen se debate aún entre los que aseguran que fue el Cardenal Cisneros el que la mandó excavar tras una visión divina en uno de sus viajes de Alcalá de Henares a Toledo y los que insisten en que es un legado templario ya que su famosa cruz aparece en el recorrido. Hay incluso quien asegura que se dan fenómenos paranormales en su interior. Sea como fuere, entre teorías y terrores, la cueva está ahí y merece la pena acercarse para escuchar las historias que ha inspirado y comprobar in situ todas sus excentricidades constructivas.

5. EL REINO DE PIZARRA

Ya llevamos unos lustros en los que Patones se ha convertido en un sitio fetiche para los findes madrileños. Su atractivo es lógico, basado en una armonía arquitectónica de piedras húmedas y techos de pizarra aderezada con un halo de pueblo perdido en las montañas.

Este aislamiento se refuerza con la historia de su Rey, una figura histórica con la que se trata de asegurar que Patones nunca fue conquistado ni reconquistado desde los tiempos de los visigodos. Un Rey que fue destronado por la Ilustración y sus impuestos (maldito Carlos III) pero que hoy sirve como ejemplo de que aquí se sigue viviendo en otra época y otro planeta donde las normas las imponen los jefes de cocina y sus migas calentitas.

Patones de arriba, el pueblo de piedra y pizarra

Patones de arriba, el pueblo de piedra y pizarra

Flickr Ana Palacios (Creative Commons)

6. UN MUSEO NAVAL… EN EL CENTRO DE LA PENÍNSULA

Aranjuez no dista demasiado del discutido centro geográfico de la Península Ibérica. Y sin embargo, tiene un señor museo de embarcaciones. Son las falúas reales, el entretenimiento oficial de los reyes e invitados a este palacio. Unas barcas agondoladas con las que navegar holgazanamente por el Tajo que son un auténtico derroche de decoración y arabescos. Vamos, unas limusinas versión Siglo XVII con las que adentrarse e imaginarse a uno mismo en aquella vida ociosa y distraída de la corte.

Museo de Falúas Reales de Aranjuez

Museo de Falúas Reales de Aranjuez

Turismo de Aranjuez

7. UNA CARRETERA DE MONTAÑA DEL SIGLO I

Los Romanos fueron los primeros que explotaron en condiciones el puerto de la Fuenfría, un paso en la Sierra de Guadarrama entre Madrid y Segovia. De su control y dominio de estas montañas hoy queda una especie de carretera de montaña primitiva. O lo que es lo mismo, una calzada romana con la que subir y bajar el puerto.

El derroche ingeniero no solo incluye tramos de autopista de piedra, sino que también se conserva un puente romano (el del Descalzo) que remata la visita. Y todo en ese ambiente tan idílico que son las Dehesas, donde la aventura arqueológica rápido torna en un paseo en plena naturaleza.

El puerto de la Fuenfría

El puerto de la Fuenfría

Flickr Luiyo (Creative Commons)

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